Primero elegimos la imagen, el logo o la foto que queremos en la taza, a este diseño se le puede modificar las medidas, el color o la dirección, siempre teniendo en cuenta los límites del tamaño de la superficie final.

Puedes elegir una foto, una ilustración, un logo,… Las posibilidades son ilimitadas con esta técnica.

Una de las ventajas de sublimar es que se puede realizar como mejor convenga. ¿Quieres el logo de tu empresa con un color? Hecho. ¿Prefieres el escudo de tu equipo de fútbol con tres o cuatro colores? Sin problema. ¿Vas a regalar una taza con una foto a todo color? ¡Di que sí!

Luego imprimimos el diseño con tintas y papel especiales para la sublimación con una impresora diseñada para ello.

Elegimos el material, puede ser de cristal o de cerámica. Considerando, claro está, que en la taza de cerámica, la imagen tendrá una base blanca mientras que en la de cristal el dibujo no tendrá fondo y se vera transparente. 

Una vez tenemos la impresión lista, ¡ya es hora de ponernos manos a la obra!

Envolvemos la taza con el papel para sublimar y colocamos la imagen en el lugar exacto donde queremos transferir la tinta.

Se puede utilizar un diseño que ocupe toda la taza (excepto la zona del asa) o dividirlo en dos y ponerlos uno a cada lado de la taza.

Para que no se mueva el papel, lo sujetamos con cinta termoadhesiva a la taza y por último colocamos la taza en una plancha con forma circular que calentará el papel y así se transferirá la imagen a la taza.

Una vez hemos cerrado la plancha, ya solo nos queda esperar unos segundos para que alcance la temperatura necesaria y ¡VOILÀ!, ya tenemos la taza lista. 

Una taza personalizada es un must have. ¿Cuánta gente conoces que colecciona tazas? Mucha, ¿verdad? Será por algo. 

Piensa que es un regalo que además de bonito es muy práctico. Casi todo el mundo utiliza una taza al menos una vez al día.